30.6.11

Nunca te dije que me aferraba a la amistad porque no te quería perder por nada del mundo. Nunca pronuncié un te quiero falso en silencio o en voz alta, nunca, nunca sabías lo doloroso que resultaba que me hablaran de las chicas con las que estabas. Nunca vas a poder entender que llegó un momento en el cual aprendí a quererte como vos querías sin posesión y sin esperar nada, sin esperar un te quiero, sin esperar nada de vos. Nunca te dije que las lágrimas que derramé por vos me costaron aprender que la voluntad se quiebra, que el tiempo camina más despacio, que tus palabras se convertían a veces en juegos, y se me escapaban de la realidad. Nunca te dije que, en nuestro último encuentro, me dolió que no me aceptaras como mujer, no te dije que sabía que me ibas a perder. Nunca te dije lo doloroso que fue después de entregarte mis miedos, mi mundo, mi piel y mi ternura, empezar a ver tu alejamiento. Nunca te dije lo que duele después de eso, comprobar que no hacías nada por verme de nuevo. No te dije que no me duele recordarte, sólo duele que no hayas sabido retenerme. No te dije lo que dolía lo que no decías. No te dije que me resultó fácil no recordarte. Sí te dije aunque no lo entendiste que no se juega con el deseo, porque duele y deja unas huellas que te obligan a olvidar (aunque no lo voy a hacer). Me voy hoy, no te preocupes (¿preocuparte vos, por mí? sí, claro) no muy lejos. Siempre voy a estar ahí que me necesites, ya lo sabés. Ese es el problema, sabés que siempre voy a estar ahí y es por eso que no tenés miedo a perderme. Sin embargo ésta vez, por lo menos hoy, debo dejarte. Tengo que buscar lo que es mejor para mí, vos estarás bien...

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